Puerto amor

Bañado por sol y agua dormía Juan de las Olas en una playa dorada. Sus miembros estaban helados e hirvientes a la vez. Venía de lejos y no se parecía a los muchachos de ese pueblo costero. Viento y sal tallaban su piel como estatua. -Nadie reparó en él, desgreñado y polvoriento. Su reino perdido, exhausto su cuerpo, con todo era un rey.

Para siempre hubieses dormido, hombre de faz cenicienta. Sol y agua te hubiesen disuelto, mecido por las olas. Sobre el aura fueras perfume del mar.

-Sonó un beso
y deshizo el hechizo.
Se desanudó tu complejo
se rompió tu cadena
eres libre.


Amanece
su mirada verde
el rostro de la amada
iluminando tus sueños
sobre el mar
promesa de horizontes nuevos
bajo el manto del cielo
eterno azul
suave y querido lucero
centelleante
con luz de ternura.


Es el día
impaciente de maravillas
en que rondan las madrinas
atareadas
y bulliciosas
por los esponsales
cuando
hada
y gentil
se corone con los dones del amor
tu reina.
















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